Puede que recientemente te hayas comprado un nuevo PC o puede que por otra parte lo acabes de formatear ahora que se acerca la fecha del fin del soporte para XP. Pues antes de ponerte a exprimir tu nueva máquina deberías seguir una serie de pasos que te ayudarán a obtener un mejor funcionamiento y evitar problemas a corto y largo plazo.
Tras iniciar nuestro ordenador por primera vez, debemos instalar la última versión de todos los controladores del sistema. Esta debería ser una acción habitual, ya que optimiza el funcionamiento de componentes como la GPU o el gestor de almacenamiento. Es interesante utilizar una máquina auxiliar y descargar manualmente estos controladores de terceras empresas como Nvidia, AMD o Intel y no realizarlo desde Windows Update. La razón, a veces no instala las últimas versiones de controladores que disponen de actualizaciones frecuentes.
Llegados a este punto, llega el momento de conectar el equipo a Internet y ahora sí, dirigirnos a Windows Update. Debemos ejecutarlo tantas veces como sea necesario hasta que no haya más actualizaciones disponibles, ya que pueden ir surgiendo nuevas opciones a medida que se instalan las anteriores, uno de los ejemplos más claros y repetidos es el del paquete ofimático Microsoft Office.
Toca el turno de buscar qué herramientas utilizamos con mayor frecuencia e instalarlas ahora que el sistema se encuentra en un estado idóneo para trabajar. Por el momento, es mejor limitar las opciones a aquellos imprescindibles, el antivirus, por ejemplo, dejando para más adelante, las aplicaciones que usamos puntualmente.
Para finalizar, realiza una copia de seguridad. La herramienta nativa de Windows es suficiente, aunque si hemos trabajado antes con alguna otra opción, podemos igualmente utilizarla. Conviene guardar bajo llave esta copia de seguridad y apartarla de otras que posiblemente llegarán con el paso del tiempo ya que este será el punto ideal para volver si necesitamos reestablecer el sistema dentro de unos meses.