Los drones han comenzado a ser considerados el nuevo enemigo público a vigilar por parte de las autoridades carcelarias. En 2015 el uso de estos aparatos controlados de forma remota para introducir material de contrabando en las prisiones, creció de manera espectacular en comparación con 2014 y plantea una nueva amenaza de cara a controlar la seguridad en los centros penitenciarios de todo el mundo. Los avances en cuanto a un mayor alcance y una mejor autonomía de los drones, están provocando un aumento del tráfico de drogas y las agresiones entre reclusos.
Durante el año 2014 los drones comenzaron a utilizarse para un propósito mucho más oscuro que el de vigilar el medioambiente o ayudar en tareas de rescates de personas en situaciones de emergencia. En un comienzo podían contarse con una mano los casos de drones detectados en prisiones, mientras estas aeronaves no tripuladas dejaban material de contrabando en el interior de las cárceles para uso y beneficio de los reclusos que se encontraban dentro. Entonces fue una gran novedad ya que en 2013 casi no se habían confirmado incidentes similares, pero en 2015 la situación ha ido a peor.
Según datos publicados por Freedom of Information, en 2015 se han producido 33 casos confirmados de drones usados para el contrabando solo en Estados Unidos, un 1.550% más que en el año anterior y las previsiones para el futuro no son mejores a no ser que empiecen a tomarse medidas para protegerse de la acción de estos aparatos. Entre el material confiscado que portaban estos drones se encuentran objetos de todo tipo, desde teléfonos móviles, cargadores para los mismos, armas, drogas o tabaco. Este nuevo fenómeno es mundial y se ha podido ver desde Puerto Rico hasta Australia.
el uso de drones?