Tor, la red anónima por excelencia, establece uno de los máximos baluartes en la seguridad y en el anonimato de quienes la usan. Usando esta red, los s no relevan su verdadera identidad (su IP en este caso), manteniendo encriptada la información compartida. Es por esto que muchos s la utilizan para acceder a la conocida como “deep web”, o web profunda, para realizar actividades de dudosa legalidad.
A pesar de esto, en 2013, en los documentos que filtró Edward Snowden, se encontraba uno en el que la NSA afirmaba que había conseguido romper la red Tor, y que las autoridades podían conocer la identidad de los ordenadores desde los que operaban los s, gracias a que la red no terminaba de anonimizar la versión que los s usaban de Firefox, y también la frecuencia con la que cambia la redirección entre ordenadores que encapsulan la información.
El sistema lleva desarrollado desde hace unos meses, y desde entonces han estado comprobando su seguridad y robustez, analizando los posibles fallos. La última prueba la realizaron en Montreal con 11 routers simulando una red internacional, durante una semana completa. Esto les permitió corregir muchos bugs, y probar situaciones extremas, en las que el nuevo sistema se comprobó seguro y fiable.