En febrero de 2014, la compañía de Mark Zuckerberg –Facebook- compró WhatsApp por 19.000 millones y prometió lanzar las llamadas de voz durante ese mismo verano, pero llegaron meses más tarde, ya entrados en el año 2015. Fue la primera promesa rota de los desarrolladores de WhatsApp, y de la propia Facebook, pero a partir de la misma no han hecho más que marear e incumplir promesas. Una de ellas ha sido la llegada de las videollamadas, pero lo cierto es que no es la única, y probablemente tampoco la más importante.
Hay compañías que, por muy grandes que sean y por mucho que hayan revolucionado Internet, no gozan de buena fama. Google por lo relativo a la privacidad, y Facebook por estas y otras cuestiones similares, pero otras tantas –Apple, Amazon, eBay…- también por las mismas y otras cuestiones. Y WhatsApp, antes del 19 de febrero de 2014 –cuando Facebook la compró- había conseguido una buena reputación de marca.
WhatsApp juega con las betas y sus s
El sistema de betas lleva muchísimos años existiendo en el desarrollo de software, y sin embargo es otro punto que también ha transformado WhatsApp. Lo ha conseguido porque, como comentábamos, mantienen una cartera de s que se mide en millones, y a la que van dejando conocer pequeños cambios de su aplicación con cuentagotas. Al principio con un sistema de betas real, accesible sólo para unos pocos, y que servía para depurar estas nuevas funciones en comunidad. Algo que, a priori, se debería pagar, porque entraña un riesgo para el .
No han sido los primeros en aprovechar a sus ‘fans’ –o simplemente s- para probar su software sin pagar por ello, pero sí unos de los primeros en abusar de esta metodología. Y ahora las versiones beta no son ‘sólo para unos pocos’, sino que están disponibles para todos e incluso a través de la Google Play Store, que es la tienda oficial de aplicaciones para dispositivos Android. Ahora cualquiera instala la beta, y Facebook lo sabe y se aprovecha.
Así, meses atrás se les ‘escapaba’ un botón de a las videollamadas, y en cuestión de minutos lo borraban con una actualización más. Pero es que este tipo de referencias se han dejado ver de forma constante también en el centro de traducciones oficial, y en otros lugares donde Facebook ‘se sirve’ de su comunidad. Y de esta manera es como la compañía de Mark Zuckerberg ha conseguido crear eso que en ocasiones denominamos ‘hype’, la ‘necesidad de consumir algo’. Una estrategia de marketing digna de reconocimiento, pero que en realidad se basa en una mentira, detrás de otras tantas que los s –me incluyo- seguimos permitiéndole a la gigantesca firma.