Se suele decir que el mejor método para almacenar una contraseña es nuestra cabeza. De esta manera, podemos estar seguros de que no nos la van a robar si la tenemos almacenada en el ordenador, apuntada en un papel o en un gestor de contraseñas. Ahora, un grupo de científicos ha conseguido avanzar en un sistema que permite identificar contraseñas a través de ondas cerebrales.
El cerebro desprende más información de la que creemos
Y es que, aunque haya empresas como Neuralink de Elon Musk que quieran unir cerebro y máquina, la monitorización de ondas cerebrales a distancia todavía es algo que nos queda lejos. Con la tecnología actual, un grupo de científicos ha llevado a cabo un estudio para ver si es posible “hackear” las ondas cerebrales, interpretarlas y descifrar una contraseña.
Por ejemplo, una solución que se podría aplicar es producir un ruido para distorsionar las ondas cerebrales a la hora de introducir un PIN o contraseña en el cajero o en nuestro ordenador. También se podría optar por sistemas de detección de huella dactilar o escáner de iris, los cuales no se pueden hackear con este método.
En el futuro, los científicos afirman que estos cascos y la detección de ondas cerebrales formarán parte de nuestro día a día y en nuestra forma de interactuar con la tecnología. Así, es necesario trabajar en soluciones que puedan evitar este tipo de ataques maliciosos.