Los juguetes han evolucionado, y mucho, en los últimos años. No hablamos de que haya llegado la electrónica a ellos, porque hace tiempo que ocurrió, sino más bien de la informática que esconden algunos en su interior. Forman parte ya de lo que se denomina Internet de las Cosas, como concepto más vago, por el mero hecho de conectarse a Internet por sí solos, o en dependencia de una red doméstica. ¿Los quieres para tus hijos? Seguramente, con toda la información de tu mano, te lo pienses dos veces antes de comprarlos en Navidad.
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Juguetes que escuchan a tu hijo y no van a guardar ninguno de sus secretos
Entre los múltiples problemas que se han encontrado en algunos de los juguetes conectados analizados, se pudo ver que se almacenan grabaciones de voz de los niños sin ningún tipo de cifrado. Evidentemente, este tipo de grabaciones las podría rescatar un atacante sin demasiada dificultad, y sin ningún tipo de sistema de autenticación para el a la base de datos. Hay problemas para el emparejamiento por Bluetooth, en cuanto a la seguridad, porque no se requiere tampoco de ningún código PIN, contraseña o cualquier otro tipo de sistema de inicio de sesión.
El Furby, por ejemplo, es uno de los juguetes analizados y con problemas de seguridad. Sería crucial que se modifique el firmware de este para utilizar protocolos seguros de comunicación, con cifrado, y que se implementen otros sistemas de seguridad para proteger la privacidad de los niños. Pero es algo que no escapa, por ejemplo, de los relojes inteligentes diseñados para los más pequeños de la casa. En definitiva, es importante que los padres o tutores revisen cómo funcionan estos juguetes, porque muchos de ellos no son seguros.