Las fake news no son necesariamente la mayor causa de desinformación, hay problemas mayores

Las fake news llevan ya tiempo protagonizando un debate en el que participan medios de comunicación, política y redes sociales. El concepto de noticia falsa cobró gran relevancia durante el mandato de Donald Trump en la Casa Blanca entre 2017 y 2021, y la pandemia de coronavirus entre el 19 y el 20 no hizo sino agravar el problema. A día de hoy, los bulos e informaciones falsas siguen, aunque de forma más atenuada, en el centro de la conversación.
En España, las noticias falsas han jugado un importante papel en la reciente carrera política de Alvise Pérez, y también preocupan al Gobierno, que prepara un proyecto de ley para trasponer el Reglamento Europeo de libertad de medios a la legislación nacional.
En este contexto, merece la pena hacerse eco de una reflexión que han hecho dos profesores universitarios de ciencia y tecnología, Jennifer Allen y David Rand, plasmada en un reciente artículo de la revista Scientific American. En este artículo, llamado «la lucha contra la desinformación va más allá de acabar con las ‘noticias falsas'», ambos académicos defienden que, en realidad, las noticias falsas no son necesariamente el núcleo del problema de la desinformación actual.
Citando diversos estudios científicos, así como algunos casos concretos en Estados Unidos, los académicos explican que, de hecho, las noticias falsas no son capaces de provocar un daño tan severo sobre la democracia como se cree.
Esto se debe a que esas noticias falsas, fácilmente reconocibles como tales por la mayoría, son en realidad difundidas en grupos minoritarios, afectados por los filtros burbuja. No tienen tanto recorrido en redes sociales, y tampoco está probado que exista una correlación clara entre la exposición a estas noticias falsas y las decisiones de voto a la hora de ir a elecciones.
Al final, lo que proponen es, por un lado, que los medios grandes tengan más cuidado a la hora de hacer su trabajo ya que, en realidad, su poder de influencia es mucho mayor que el de pseudo-medios minoritarios que se dedican a difundir bulos. El clickbait es, por supuesto, algo de lo que se debería estar huyendo, en lugar de aplicarlo a noticias de carácter político.
Por otro lado, las redes sociales deberían mejorar la forma en que avisan de información falsa. Twitter, por ejemplo, hizo un buen avance con la implementación de las notas a la comunidad. Sin embargo, lo que verdaderamente ayudaría serían unos algoritmos que premiaran contenido con base en su calidad, en lugar del puro engagement como unidad de medida.