El reto del “arranque en negro”: con el que las compañías eléctricas tienen que lidiar

España se enfrentó este 28 de abril a uno de los mayores desafíos energéticos de su historia reciente: restaurar la red eléctrica tras un apagón masivo que dejó a millones de hogares y empresas sin suministro. El proceso para llevarlo a cabo, conocido como «arranque en negro», es mucho más complejo que simplemente accionar un interruptor. Los profesionales de Red Eléctrica se han visto forzados a enfrentarse a una de sus peores pesadillas, aunque a la mañana de este martes, han demostrado haber sido capaces de implementarlo.
La dificultad de llevar a cabo este «arranque en negro» o «black start», como se denomina al proceso de restaurar la energía tras un apagado total, radica en que casi todos los elementos del sistema eléctrico, desde los equipos de gestión remota hasta las propias centrales, necesitan electricidad para funcionar.
Red Eléctrica de España (REE) cuenta con un protocolo específico para el arranque en negro, diseñado para reconstruir el sistema eléctrico desde cero sin depender de apoyo externo. La estrategia se basa en tres pilares: la activación de centrales de arranque autónomo, la creación de islas eléctricas y la reconexión progresiva de la red.
El proceso comienza identificando las centrales capaces de iniciar su actividad de forma autónoma, principalmente hidroeléctricas, que requieren una cantidad mínima de energía para poner en marcha compuertas y sistemas de excitación de los generadores. Este año, el llenado de los embalses ha facilitado que estas centrales tengan recursos para empezar a operar (aunque a costa de la pérdida de esos preciados litros de agua).
Las centrales nucleares no son las indicadas para iniciar el arranque, ya que estas requieren una gran energía para empezar a operar, siendo esto lo que precisamente falta en ese momento. Son por ello las centrales más pequeñas las más idóneas para el reinicio, ya que pueden contar con generadores capaces de dar la energía necesaria para autoabastecerse durante el arranque. Las centrales más grandes, por el contrario, lo tienen más difícil para autoabastecerse por sus exigentes necesidades.
Una vez activadas estas primeras fuentes de generación, se forman “islas eléctricas”: zonas independientes que pueden abastecer a sus áreas locales mientras la red general permanece desconectada. Ejemplos de estas islas son los ejes Aragón-Cataluña, Galicia-León o Duero-Francia.
Cada isla debe estabilizar su frecuencia y tensión antes de avanzar en el proceso de reconexión. La sincronización de estas islas es progresiva y, una vez estabilizadas, se coordinan para formar un sistema eléctrico unificado, evitando desequilibrios que puedan provocar nuevos incidentes.
Otras fuentes, como generadores diésel o turbinas de gas, también pueden ser utilizadas, aunque su papel es más limitado. Las energías renovables variables, como la eólica o la solar, presentan dificultades para el arranque en negro debido a su imprevisibilidad y falta de control en situaciones de red débil.
El arranque en negro es, en definitiva, un proceso técnico y logístico que exige un gran nivel de precisión y coordinación, por lo que este 28 de abril los ingenieros eléctricos se han visto en la tesitura de poner a prueba sus capacidades. Cualquier error podría devolver a la península al punto de partida, aunque a juzgar por el estado de normalidad en este 29 de abril, todo parece haberse solucionado correctamente.