Durante muchos años han sido varios los países y compañías espaciales que han lanzado satélites al espacio con la finalidad de recopilar la mayor información posible. Incluso la compañía de Elon Musk, SpaceX, tiene en órbita miles de satélites que se pueden ver desde la Tierra, y que forman parte del proyecto Starlink. Sin embargo, existe un riesgo de que a medida que vayan colocándose en órbita más satélites, existe la posibilidad de que puedan colisionar entre ellos. Obviamente esto está pensado que no ocurra, aunque puede pasar.
Por tanto, ¿cómo lo hacen los satélites para no chocarse entre ellos?
¿Para qué sirven los satélites?
Para empezar, vamos a explicar la función que tienen los satélites: estos pueden tener varios usos estando en la órbita terrestre como ayudar a sistemas GPS con la navegación y el posicionamiento, permitir la comunicación entre dispositivos móviles o estudiar la Tierra y el espacio para obtener la mayor cantidad de información posible para investigaciones futuras.
Además, estos sistemas pueden mantenerse en órbita de forma constante ya que están programados a una velocidad que es suficientemente rápida para vencer la gravedad.
Hay que destacar que la tónica general es que, aunque estos satélites pertenezcan a diferentes organizaciones y empresas, estos se controlan de forma autónoma, aunque algunos de ellos cuentan con sistemas que permiten detectar posibles riesgos de colisión y cambiar su trayectoria para evitar el choque.
El problema es que, al hacer esto, el satélite puede de forma automática meterse sin querer en la trayectoria de otro satélite, aumentando el riesgo de choque.