Hace unos cuantos años tener el mejor PC te convertía en el más innovador tecnológicamente hablando de tu grupo de amigos, en resumidas cuentas, te permitía vacilar con ellos para que viniesen a tu casa a irar la maravilla que te habías comprado. Esto te permitía disfrutar de los juegos más actuales del momento sin cortes ni saltos, ejecutar el software más avanzado de edición de vídeo o tratamiento 3D de manera fluida, y si además tenía una pantalla tan grande que apenas entraba en la habitación, mejor que mejor.
En muchos casos, a no ser que fuésemos profesionales que nos ganábamos la vida haciendo tareas específicas en las que era necesario un PC tan avanzado, el equipo se convertía en un elemento muy desaprovechado. Aquí podemos exceptuar, siempre existen excepciones, a los jugones, que realmente exprimían al máximo el equipo, aunque siempre había otras variantes, por ejemplo, las consolas.
Esto es algo que se ha extrapolado hoy en día al mundo de la telefonía móvil, donde en muchos casos, no digo en todos,
Entonces volvemos a plantearnos la misma pregunta, ¿merece la pena hacer esos desembolsos tan elevados? En la mayoría de los casos la respuesta es, no. En el mercado tenemos a nuestra disposición un gran número de los modelos que rondan los 300 o 350 euros y que cumplirán de sobra nuestras expectativas en el uso diario con el móvil. Pero claro, todo lo relacionado con el dinero es un tema muy personal, cada uno se lo gasta en lo que le dé la gana o en lo que sus posibilidades le permitan hacerlo. Realizar un desembolso de 700 euros en un teléfono móvil o hacerlo de 300 es como todo en esta vida, muy relativo, ¿o a quién no le gustaría pasearse con el Aventador de Cristiano Ronaldo en lugar de con un Ibiza?