La nueva ley estadounidense para intentar frenar la llamada «piratería» en Internet sigue levantando polémicas. Las críticas se han multiplicado en las últimas horas y el Parlamento Europeo ha sido el último en unirse a la lista de instituciones en contra de la norma estadounidense.
Bajo las siglas de SOPA (Stop Online Piracy Act) se conoce la controvertida nueva ley en EEUU contra la «piratería». El Gobierno del país norteamericano pretende dar un golpe en la mesa para defender los intereses económicos de su poderosa industria cultural, quien como no podía ser de otra forma ha estado presionando para que se saque adelante esta ley a través de las famosas MPAA y RIAA (representantes de la industria cinematográfica y discográfica respectivamente).
SOPA viene a ser una modificación que endurece lo propuesto en E-PARASITES (que a su vez proviene de PROTECT-IP). Su objetivo pasa por perseguir cualquier web que las autoridades o los titulares de derechos de autor estadounidenses consideren que infringe la plataformas como PayPal. Asimismo se potenciará que los operadores vigilen las actividades de sus s en caso de que sospechen que infringen los derechos de autor.
Estas medidas, que introducen la censura evitando la actuación judicial, ha despertado los recelos de numerosas comunidades. Asimismo, los políticos de la Unión Europea ya la ven con malos ojos. A través de Torrentfreak.com conocemos la postura del Parlamento comunitario, que considera necesario «proteger la integridad de Internet y la libertad de comunicación, evitando medidas unilaterales para actuar contra direcciones IP o dominios».
El portal señala como ejemplo la web española Rojadirecta, víctima del secuestro de sus dominios por parte de las autoridades estadounidenses de forma unilateral a pesar de ser declarada legal por la Justicia española. También hace eco de una red social o de un medio chino, señalados por la industria cultural estadounidense y que podrían ser víctimas de la censura a pesar de ejercer actividades legales en sus países y llevar a su derrumbe con la consecuente pérdida de puestos de trabajo en dichas webs.
Por todo ello, no podemos sino pararnos a reflexionar. ¿Qué pasaría si un país ajeno a EEUU decidiese boicotear del modo en que lo harán los norteamericanos sus páginas web? ¿Cómo reaccionaría EEUU en ese caso?