A pesar de que en un principio Microsoft no dudó en avanzar que Windows 8 se estaba vendiendo a un ritmo superior al del estreno de Windows 7, desde la compañía se empieza a reconocer que sus ventas están siendo decepcionantes.
La nueva plataforma de los de Redmond no ha tenido el pretendido estreno por parte de la firma norteamericana. El arriesgado paso consistente en lanzar un nuevo el sistema podría ser un fracaso a la altura de Windows Vista, un software del que Microsoft no quiere ni oír hablar.
Aun así, es de esperar que durante el periodo navideño el gigante norteamericano vea crecer inevitablemente las ventas de su recién estrenada plataforma. Otra cosa será, en cambio, que éstas satisfagan unas expectativas que en solo tres semanas han quedado muy mermadas.